domingo, 27 de abril de 2008

Despierta la Primavera

 
Despierta la Primavera. Se despereza y se levanta, justo a tiempo de despedirse del Invierno, que ya está cayendo dormido, acurrucado bajo una blanca colcha de algodón.

Tiene mucho trabajo por delante. Lo primero será pedirle al Sol que trabaje cada día unos minutos más, y que suba cada vez un poquito más alto, con el fin de aumentar la temperatura hasta que sea agradable, y dar más luz para activar el crecimiento de las plantas. Lo siguiente será cargar las nubes con agua, para que descarguen sobre la tierra fértil. Y azuzar a los vientos, que dispersarán las nubes, y el polen, y las semillas.

Después, tendrá que seguir trabajando, día a día, sin fiestas ni descansos, durante tres meses, mientras los brotes crecen, las plantas florecen, los osos salen de su sueño, y las hormonas se liberan en los cuerpos de pequeños y grandes animales.

Al final, llegará el turno del Verano, y la Primavera, por fin, podrá descansar hasta el próximo año.

Luiszama

viernes, 25 de abril de 2008

Vuelo


VUELO



Ella camina por el sendero, al borde del acantilado. Mar hasta donde alcanza la vista, monte, olor a jara, un viento leve que refresca la mañana. De pronto, nota el hormigueo en los hombros. Sigue adelante, fijando una atención obstinada en los accidentes del terreno. Al fin, tras superar un paso difícil, se detiene. No puede seguir ignorándolo: cada vez es más intenso, apremiante. Hacía tanto tiempo… había llegado a pensar que, después de todo, era cuestión de voluntad vencerlo. Se había jurado a sí misma que no iba a volver a pasar. Pero aquí está, de nuevo, y se da cuenta, como siempre, como cada vez, de que no puede hacer nada para contenerlo: es más fuerte que ella, lo será siempre. Suspira, desalentada. Mira alrededor. Nadie. Sólo el viento, el sol en lo alto, cerca del mediodía, el mar por todas partes. Una sonrisa se insinúa en su cara. Después de todo, ¿por qué no? Se libra de la mochila, de las pesadas botas, de toda la ropa. Se queda desnuda, quieta, con la vista fija en el horizonte, erguida, el viento desordenando su pelo. Abre lentamente los brazos y, con un grito de júbilo, se deja caer al vacío.

…Mucho más abajo, en una barca, un hombre interrumpe su faena al oír el graznido. Eleva la mirada al cielo, a la gaviota que vuela, segura, hasta perderse de vista.
Caracol-Osvaldo (Maite Capón)

lunes, 14 de abril de 2008

Pantallas

(De otros lados)


Manuel Vicent

PANTALLAS

No recuerdo haber visto nunca en una película norteamericana el interior de una casa donde apareciera una biblioteca familiar. Tampoco a ningún héroe del cine clásico, Gary Cooper, John Wayne, Henry Fonda, leyendo un libro en la mecedora del porche después de realizar cualquier hazaña. Por los descampados del lejano oeste puede que a veces cruzara un tipo con un levitón polvoriento vendiendo biblias. Queda la estampa cinematográfica de algún reverendo abriendo el libro de los salmos al borde de una fosa descarnada en el momento de mandar a los verdes valles del Edén a cualquier fiambre, pero luego, nada. Los deudos devoraban la tarta de frambuesa que había preparado Maureen O'Hara para después del funeral. Nadie será capaz de imaginar una secuencia con Robert de Niro, Jack Nicholson o Brad Pitt enfrascados en la lectura de una novela. Ni siquiera Woody Allen se ha permitido el lujo de decorar el despacho de su psicoanalista con una estantería cargada de volúmenes manoseados. Los libros en el cine no existen. Esos best sellers con títulos dorados en relieve, que las amas de casa meten en la cesta de la compra junto a las zanahorias, nunca se quedan en casa después de ser leídos. Cuando las cámaras llegan, el trapero ya se los ha llevado. Se ha dicho hasta la saciedad que las pantallas han derrotado a los libros. Media humanidad se pasa el día sentada devorando imágenes. En el avión, en el tren, en el bar, en el hospital donde te acaban de rajar, en el sofá en el que caes rendido al final del día siempre hallarás enfrente una pantalla vertiendo en tu cerebro infinidad de monigotes. Las fotos de los periódicos cada día más grandes, los cuerpos gloriosos de belleza visual que pueblan las revistas satinadas, también se han puesto de parte de las pantallas en la guerra contra la letra impresa. Pero de los libros se salvan siempre las imágenes. Se trata de saber qué tiene más fuerza todavía, si la imagen literaria que conservamos en la memoria después de la lectura o la visión de toda esa fantasmagoría de luces y sombras. Qué deja un oro más profundo en el alma, la goleta Hispaniola navegando rumbo a la Isla del Tesoro a través de las páginas del libro o Gary Cooper soplando la boca del revólver en la pantalla.

(El País, 13-04-08)

martes, 8 de abril de 2008

(De otros lados: vientos)

VIENTOS

Manuel Vicent

Sólo hay tres clases de hombres, los vivos, los muertos y los que navegan, pero cualquier navegante del Mediterráneo se volverá loco si trata hoy de encajar con la realidad los nombres de los vientos que rigen en ese mar. Según su origen, el gregal es el viento que viene de Grecia; el siroco, de Siria; el lebeche, de Libia; la tramontana, de tras los montes. El gregal es un noreste y allí no está Grecia; el siroco es un sureste y allí no está Siria; el lebeche es un suroeste y allí no está Libia; la tramontana es un norte y los montes están en todas partes. Existe también el mistral o viento maestro, que proviene del noroeste. En la Provenza hay una región con ese mismo nombre, aunque la Provenza tampoco está en el noroeste. Cuando se dice que el levante sopla del este, de donde se levanta el Sol y el poniente llega del oeste, de donde se pone, sólo es verdad los dos únicos días de equinoccio, porque el Sol va derivando hasta 30 grados al norte o al sur el resto del año. Para resolver este enigma hay que encontrar un punto en el Mediterráneo donde el nombre y la dirección de los vientos encajen. Ese lugar existe y su elección fue producto de un consenso entre pescadores sicilianos, mercaderes genoveses y catalanes, navegantes tunecinos, corsarios y piratas berberiscos, que surcaban esas aguas en el medievo. Por supuesto no se decidió durante las travesías. Cuando se navega no se pueden hacer demasiados cálculos, ya que a los tripulantes sólo les separa de la muerte los cuatro dedos de espesor del casco de la nave. La decisión de someter la veleidad de los vientos a la lógica fue tomada a través de la experiencia de los marineros en las tabernas portuarias en largas conversaciones al calor de un aguardiente. Sólo hay una isla en medio del Mediterráneo donde los nombres de los vientos responden a su dirección. Esa isla es Malta. En La Odisea se la llama Ogigia, el ombligo del mar. Allí permaneció siete años Ulises en brazos de la ninfa Calipso. Pero en literatura el viento es una ficción. Por eso en cualquier latitud donde uno se halle, el gregal llegará de Grecia; el siroco, de Siria; el lebeche, de Libia, siempre que el viento sea una forma de poderosa locura que, unida a la marea del tiempo, al final te lleve a Ítaca.


(El País, 6-04-08)

lunes, 7 de abril de 2008

Me está mirando

La cojo, la llevo a la cama, la abrazo, y empiezo a tocarla. Despacio al principio, y suave. Más rápido y fuerte, después. Durante unos minutos, sólo somos ella, yo, y su olor a palosanto y cedro. Y el tacto suave de su caja, el de su mástil, más duro y áspero el del diapasón. Y la música, la música que brota de sus cuerdas, cálida y melosa.

Luiszama

miércoles, 2 de abril de 2008

El blog no se cierra

No tenemos ninguna intención de cerrar el blog una vez terminado el concurso de relatos. Así, queda abierto para vuestras colaboraciones (relatos, poesías...) o para cualquier noticia, relacionada o no con los libros, que os gustaría que apareciera aquí. Sólo teneis que mandar los textos a la dirección de correo electrónico que figura al margen.

¡Hala, venga, que ya estáis tardando!