lunes, 23 de mayo de 2011


domingo, 22 de mayo de 2011

viernes, 4 de diciembre de 2009

ADIEU

Visto el estado de marasmo absoluto en que está el foro Bookcrossing, he decidido mudarme a otro blog.

Éste queda a disposición de todos los BCerillos que quieran hacer alguna aportación (si es que alguien quiere, que parece que no).

Quien lo desee, no tiene más que escribirme un pm o bien un mensaje a lospapelesdebc@gmail.com y le paso la contraseña para que entre.

miércoles, 14 de octubre de 2009

SOBRE LOS GATOS




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Conviene aclarar desde el principio que, al decir gatos, no estamos refiriéndonos a los domésticos, esas encantadoras bolitas de pelo sedoso que se apoderan de los lugares más cálidos de la casa y ronronean cuando su amo les proporciona el alimento diario, estómagos agradecidos. Se han dado casos de que, en el colmo de la indignidad, alguno ha consentido incluso en ser bañado sin oponer resistencia.

No: estamos hablando de los verdaderos gatos, los callejeros, hijos de uniones apasionadas y urgentes, olvidadas en cuanto terminan. Ésos que no venden su alma al bienestar y prefieren andar por ahí, en busca de gatas, metiéndose en problemas y cubos de basura que, para ellos, significan libertad.

No es difícil ver algún ejemplar cerca de nuestras casas, observándolo todo con desconfianza, dispuesto a desaparecer en cuanto nos acerquemos. O tal vez no. Tal vez consienta en quedarse ahí, mirándonos de esa manera, portador de algún mensaje, como nos enseñó un buen conocedor de la especie; un mensaje que, por desgracia, no acertamos a descifrar.

No obstante, como son seductores por naturaleza, es fácil, o quizás inevitable, que caigamos ante el influjo de esa gracia un poco salvaje, más verdadera por no buscada. Respondemos, pues, al reto de su mirada, e intentamos (pero no es posible) comprender. Acercamos, entonces, la mano, ensayando un gesto de buena voluntad, el halago de unas cosquillas detrás de esas orejas alerta.

El gesto resulta forzosamente breve, porque de pronto notamos un escozor intenso en la mano, y cuando queremos darnos cuenta, él se ha alejado, soberbio, dejándonos un rastro de arañazos como recuerdo. Ofendidos, nos preguntamos cómo puede gustarnos un ser tan intratable.

Hasta que vemos que se ha detenido junto a un árbol cualquiera, vigilando a un gorrión que acaba de posarse en una rama. Se acerca despacio, alcanza el tronco en un salto ágil, leopardo fingido. No importa si el pájaro se ha marchado en cuanto le ha visto, él parece tan satisfecho como si verdaderamente le hubiera dado caza.

Y nosotros nos quedamos mirándole, riendo tal vez ante tanta gracia y tanto descaro, olvidados por completo del ligero malestar que sentimos en la mano arañada.




Maite Capón.






(Nota: Hay gatos que no saben que lo son)