jueves, 26 de junio de 2008

QUIEN BUSCA, HALLA




Siempre le habían llamado la atención esas personas que se dedican a registrar las papeleras. Personas mayores, en su mayoría, que se afanaban durante largo rato escarbando en su interior, la cabeza casi dentro. Qué absurdo. Lo más curioso del caso es que siempre acababan enderezándose con un gesto satisfecho, con algo entre las manos que se llevaban como un tesoro, y que ella nunca conseguía ver.

Pero aquel día recordó la historia de un tipo que encontró un décimo de lotería premiado rebuscando en una papelera. Una leyenda urbana, lo más seguro. Aunque, quien sabe... Se quedó mirando la papelera que tenía enfrente. Dio dos pasos y retrocedió. Menuda tontería, ¿qué podía haber allí dentro que fuera útil, o interesante? Por otra parte, tampoco se perdía nada por probar suerte.

Echó un vistazo furtivo a su alrededor. No había nadie cerca. Volvió a avanzar y, lentamente, introdujo la mano por la boca de la papelera.

El alarido espantó a las palomas que merodeaban. Sacó la mano de un tirón y corrió, corrió hasta que no pudo más.

Nunca olvidaría el tacto frío y viscoso de los dedos que habían estrechado los suyos.

Maite Capón (Caracol-Osvaldo)

sábado, 21 de junio de 2008

Noche de Sant Jordi

Día 23 de abril. Ha quedado con Laura en la Gran Vía a las ocho de la tarde, y le lleva una rosa. ¿Qué le regalará ella? ¿Tal vez el último de Jordi Sierra i Fabra?

Qué raro, son las ocho y cuarto y todavía no ha llegado. No es propio de ella. ¿Tal vez el último de Zafón?

Le llama al móvil a y media. “Apagado o fuera de cobertura”. Se habrá retrasado y estará en el metro. ¿Igual un cómic de Superlópez?

A las nueve vuelve a llamar. Nada. Ya preocupado, llama a su casa. Contesta su madre, que no sabe nada, que salió de casa a la tarde.

Cerca de las nueve y media, cuando ya se iba a marchar, recibe una llamada de la madre de Laura. Toda llorosa, le cuenta que ha tenido un accidente... La noche de Sant Jordi la pasarán en el hospital.

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Luiszama. Presentado al concurso de microrrelatos de la FNAC con poco éxito.

miércoles, 11 de junio de 2008

Animación suspendida (III y última)

Bueno, por fin terminé con la historia, esta parte es la más cortita. Podéis leer los dos primeros fragmentos aquí y aquí.


Animación suspendida


Evasión y catarsis
>Travestismo imaginario: saliendo del armario en ropa ajena
>Liberación a lomos de un troyano

No esperaba que viniera y ahora se ha marchado. Algo que dije, algún recuerdo desagradable de otros tiempos, una súbita toma de conciencia; tal vez mencionarle a sus padres fue mala idea.
Me preocupa absurdamente ver los segundos discurrir en oleadas, desentumeciéndose. A fin de cuentas nada ha cambiado. Pero todo es diferente.

Semesegirl, aún perpleja pero al fin móvil, me devuelve a la realidad:

-¿Luis?,¡Luis!, mierda, se cortó....- Llama otra vez
...tuu, tuu, tuu
-¿Mira?... me ha colgado. ¡Será capullo!-

Teclea un mensaje a la velocidad del rayo, me planteo pedirle clases de mecanografía. -Mensaje enviado- parece satisfecha, pero al instante la sonrisa se desvanece, cercenada por algún pensamiento incómodo, como aquella vez que, en un arrebato de justicia social, arranqué la estrella de un Mercedes para usarla de llavero. Cada vez que la miro, me recuerda que nunca tendré uno. Seguro que con la misma cara de gilipollas.

Ella mira su reloj, sacude la cabeza y se va.

La marcha de mi involuntaria cómplice me entristece. Sigo con mis apuntes, pero en el fondo no dejo de darle vueltas a nuestro encuentro.
Intento evocar los viejos tiempos, los buenos, la locura... es verdad que las pasamos canutas, que no llegábamos ni a día 10, comiendo arroz y pasta, discutiendo idioteces en plan profundo, suspendiendo todas, cierto que, día sí, día también, me levantaba pensando: oh dios mío, que he hecho..., que no aprendí más inglés que fucking bastard y todos sus derivados... pero fue divertido. Allí nos conocimos, avanzando a un ralentí vertiginoso; estábamos vivos; éramos simples, inconscientes y felices... Sonrío.

Fue en un after hispano, cutre y poco recomendable, la música daba grima y nuestra sangre se diluía por momentos en aquel garrafón asqueroso a precio de oro. Llevábamos un tiempo liados entre infinitas resacas, acercándonos a ese peligroso punto en el que, o se aclaran las cosas, o alguien sale malparado. Yo trataba de mantener mi triste equilibrio etílico y tu cara iniciaba un desfile gestual culminado en una pose grave, intensa, como de actor inspirado a punto de recitar Ricardo III. Estabas tan grotesco y fuera de lugar con esa pinta que no pude contenerme: Reí, reí hasta llorar, reí hasta que todo, tú y yo, copas y sillas, caímos de narices contra el suelo. Todo el club nos miraba.
Entonces, cogiéndome las manos, me ayudaste a levantarme. Yo estaba muerta de vergüenza y tú, muy serio, dijiste:

Eres la única persona que importa; para mí, sólo tú existes.

Ahora lo recuerdo.

También entonces el mundo se detuvo.


Patricia Martín.
Creative Commons by-nc-sa 2.5 España

miércoles, 4 de junio de 2008

Animación suspendida (II)

Aquí os dejo la segunda parte del relato, aún falta otra más. Podéis leer el primer post aquí


Animación suspendida

Aburrida, ojeo el comic de un jeviata; es de Manara, el italiano dibujatetas ese que tanto le gustaba a mi ex, recién sacadito de una peli de Andrés Pajares:


Es muy fácil no hacer nada y decir "puñeta, no hacemos nada", y cabrearse con todos y decir "yo estoy más cabreado que tú" y... El caso es que la historia era bastante buena y podía resultar, en cierto modo, bastante divertida. Pero, coño, a ver que puedes hacer... te plantan al lado uno que controla toda tu labor; la protagonista no aparece; te meten en un lío sin dignarse a decir lo que tienes que hacer... ¡no sé!, así no tienes fuerzas para seguir adelante!, y luego dicen aventura, aventura... ¡pero qué aventura coño!1

Mi aventura murió muchos kilómetros al norte, hace ya tres años, cuando hervíamos la Erasmus con el agua de los macarrones. No me molesté ni en acabar el curso, compré un pasaje, cogí mis maletas y ya estaba saliendo por la puerta cuando llegaste al piso antes de tiempo. Te veo entrar en la cafetería y acercarte, mirándome con la sonrisa incrédula de entonces. Con ese aire ausente tan tuyo, como de aparecido, ahora repites exactamente las mismas palabras...

-¿Qué pasó?

¿qué pasó, maldito cretino?

-Andá, mira quién se ha dignado a venir …

¡qué pasó!

-...pero no te quedes ahí plantado, siéntate hombre, siéntate.

¡Cómo tienes la cara de presentarte y decir
“¿qué pasó, qué pasó?”!

Me largo, lo sabes de sobra

-pero cuéntame, ¿cuánto tiempo no? ¿qué haces por aquí?
-Un poco de todo, ya sabes... la familia, los amigos, desconectar...

¡y no me llames!

-No me llamaste
-Venga mujer, intenta comprenderlo, tú, ya sabes...
-Déjalo Luis, no te amargues


¿Qué no se amargara?. Maldita sea. No entendía nada.
El mundo normal distaba media hora a un volante robado, tras un sueño volátil. Demasiado tiempo... no le había dicho que iría a verla porque aún trataba inútilmente de convencerse para no hacerlo. Fue el último en salir del avión: ninguna azafata le esperaba en la puerta. Cruzó el túnel hacia la terminal: Nadie. Tampoco en facturación, ni el parking, la parada, la base... en ninguna parte. La gente simplemente había desaparecido, como en aquella película de Amenábar.
¿Y si todo era un sueño? ¿habría chocado el avión y estaba muerto? Saltó desde un banco y agitó los brazos rápidamente, como para echarse a volar... se sintió como un imbécil y casi se tuerce el tobillo.
Todo aquello era muy, pero que muy raro... tenía que hablar con Cristina.

Kitty1988 era una habitual del foro canarionesinlondon que lo esperaba en Las Palmas, habían hecho buenas migas, ella pensaba emigrar en breve y quería algunos consejos...

- ¿Sí?
-¿Cristina?
-Si soy yo, dime
-¡Gracias a Dios!, Kitty, no te vas a creer lo que me ha pasado...
-... ... ...
-¿Kitty?

El asombro es un sentimiento extraño, volátil... una vez pasado el punto de no retorno queda consumido por una especie de resignación fatalista, un dejarse llevar por pura inercia. Cruzó la ciudad fantasma, dejando atrás calles desiertas y paisajes urbanos en descomposición. Llegó a la facultad sabiendo que no vería a nadie.
Pero allí estaba ella, tomándose un café tranquilamente en medio de la cafetería abandonada. Ya se podía estar esfumando el universo.
¿Se había vuelto loco? ¿debería decírselo? ¿y si se reía de él? Ya habían empezado con mal pie. Mejor dejarlo estar y fingir ver trajes en el aire.

Mr Sandman, give me a dream...

-¿qué cantas?
-Nada, perdona, sólo pensaba
-¿en qué?
-Bueno, no sé, ilusiones, ya sabes. Las cosas nunca son como te las esperas.
-¡Ajá! entonces eres platónico, no lo niegues
-Bueno, sí, supongo...
-¿Sabías que ese tío era un facha de cuidado?- El odioso bípedo desplumado se convierte de repente en un socorridísimo tema de conversación. Hago gala de mi recién adquirido bagaje cultural y, en el afán de impresionarte, incluso parece que me gusta. Tiene que gustarme...

-Adoro la carrera, sí, sí, me va genial, este parcial lo dejé para estudiar con calma y sacar nota en junio, paso de ir de mediocre por la vida ¿sabes?. ¿El trabajo?, oh, sí, bueno, algo para ir tirando, sólo hasta que acabe, sin horarios fijos, sin complicaciones ni responsabilidades, prefiero centrarme en otras cosas. No, no tengo novio, ¡pero porque no quiero!, no te vayas a creer, comparto piso con tres amigas fantásticas, de fiesta todos los días... chico, que quieres que te diga, vivir sola es taan aburrido... ¡Por supuesto que estoy guapa!, ¡faltaría más!, mira, he adelgazado y todo, pero sin dietas ni marujadas de esas eh?, ¿estrés?, ¿yo?, ninguno, para nada, tú estás loco. Todo me va muy, pero que muy bien.

Como la seda.

Pasan las horas, o al menos lo que debieran ser horas en un espacio inmutable. Él no parece afectado por el museo de cera que nos rodea. Tan tranquilo, como si fuera cosa de todos los días... siempre estuvo un poco chalado, lo dejo estar. El día que no avanza es demasiado bonito para perderlo en chorradas.

Continuará...

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1 Las aventuras africanas de Giuseppe Bergman. Milo Manara

lunes, 2 de junio de 2008

Público y anónimo

A veces, encuentro en la calle pintadas que más parecen microrrelatos (a pesar de su autor, supongo).

Sin ir más lejos, ésta, en la C/Colegiata de Madrid, esta mañana:

Mi vida es igual que la tuya

(Todavía me pregunto si es una afirmación general o, por el contrario, se dirige a alguien concreto, en cuyo caso...)

O esta otra, en el Pº de los Melancólicos (dónde, si no)

Había una vez un hombre
enamorado


(Debajo -como firma tal vez, un monigote-. ¿El autor?)

Y ésta, verdaderamente intrigante, en la Pza. Santa María del Mar, en Barcelona: