miércoles, 12 de marzo de 2008

El día de la liberación por Radical Bookcrossing

Decimonoveno relato recibido
Título: El día de la liberación
Autor: Radical Bookcrossing


  • ¡¡¡ESE HIJO DE PERRA HA PUESTO LOS LIBROS PERDIDOS DE SANGRE!!!

  • ¡Jajaja!, el cabrón quería quitártelos, ¿eh, Jose?, ¿no podía esperar a llegar a la plaza? allí habrá muchos más, ¿eh?. ¡Jajajaja!-. Ben se ríe tanto que tropieza, pero consigue no caer y siguen avanzando deprisa, hacia la plaza, empujando los carros cargados de libros.

  • Quería quitármelos, pero no ha podido- muestra un puño ensangrentado y lo aprieta, con una mueca-. ¡Dios! Todavía duele, no debí haberle dado tan fuerte, de todas formas ya llegaban los guardias. Esos sí le estarán dando una buena paliza.

  • En comparación lo tuyo le parecerá que fueron caricias, Jose, te lo digo yo- se oyen gritos, la gente les adelanta, corriendo hacia la plaza, las calles cada vez están más concurridas.

  • No entiendo porqué todavía hay quienes no colaboran con nosotros, yo creo que nos merecemos un mejor trato los que trabajamos para organizar todo esto.

  • Tienes razón, llevamos un año liados buscando libros, almacenándolos y registrándolos uno por uno. Hemos conseguido involucrar a un montón de instituciones, y no ha sido fácil, en muchas, antes de empezar a negociar, nos miraban como si fuéramos una panda de locos fanáticos.

  • ¡Qué rabia me da!- Jose escupe a un lado y aprieta el paso-. Hemos conseguido libros en los desvanes de nuestras familias y amigos, ¡en sus casas no hacían ningún bien a nadie! ¿no?. Hemos limpiado un montón de bibliotecas y librerías de todos los libros que allí no querían ni ver. Nosotros nos ocupamos de sacarlos a la calle y todavía hay gente que en lugar de colaborar nos pone trabas.

  • ¿No comprenden que esto nos beneficia a todos?

  • No, no lo comprenden- llegan a la plaza, el griterío es ensordecedor, no cabe un alfiler pero al verles llegar se forma un pasillo para que puedan pasar hasta el centro, donde ya hay, perfectamente colocados uno junto a otro, cientos de libros viejos. Jose y Ben añaden su carga. Eran los últimos, es la hora, la turba lo celebra con el tremendo bramido de un furioso monstruo de mil cabezas.

Y empieza La Liberación: En un instante, al rugido de la turba se une el formidable fragor del fuego, devorando papel, abrasando con su calor a la plebe furibunda, ascendiendo hacia las estrellas, brillando con un fulgor irresistible.

  • ¡Qué hermoso, Jose!, ha merecido la pena, por fin libres, de la Blasfemia.

3 comentarios:

y digo yo dijo...

Magnífico. Esto sí es espíritu bookcrosser. Aunque, para librarse totalmente de la blasfemia, es menester un sacrificio humano.

Es secretu dijo...

El sacrificio sólo si luego hacemos sangre frita. No se por qué, en el relato hecho de menos alguna bandera con una esvástica, o la hoz y martillo, o una gran cruz ardiendo, o (que también, en tiempos de Primo de Rivera) alguna bandera española, presidiendo el acto.

y digo yo dijo...

Hagámosla, pues (la sangre frita, digo). El hígado, mejor crudo, ¿no?

y la bandera, con aguilucho imperial, desde luego.