lunes, 18 de febrero de 2008

Marioneta por Marioneta

Octavo relato recibido
Autor: Marioneta

Marioneta

Abrió la puerta de casa mientras sostenía las bolsas con la mano izquierda. Dejó las llaves en el cenicero y la compra en el mostrador de la cocina, al lado del pequeño televisor. Después de encenderlo, se quitó el abrigo y lo colgó en la percha del recibidor. No soportaba el silencio de la casa vacía y el ruido de fondo de la televisión le hacía compañía mientras hacía y deshacía en la casa o, como en esta ocasión, preparaba una cena ligera.


Mientras se hacía la comida en el microondas, ella preparaba la mesa con meticulosidad, como solía hacerlo. Y ya que estaba en el salón, encendió la tele sintonizando el mismo canal. Así no se perdería nada mientras iba a por el vaso y los cubiertos.


Llevó el plato y la fruta y se sentó tranquilamente a disfrutar la cena. No era especialmente interesante; era un programa de entrevistas a personajes de segunda y al finalizar pondrían una película. Su mente comenzó a divagar, ordenando sus ideas, organizando su agenda para el día siguiente y recordando frases de la conversación con su jefa. Al final no le había quedado claro si tenía que mantenerse firme en la propuesta o “...porque tú lo vales”, disculparse por el “error”. Tendría que concretarlo más adelante “...del director de Mr y Mrs Smith..” porque no podía dejar al azar “sólo en cines” una de las cuentas más influyentes “haz como yo, cambia al nuevo...” además estaría en disposición de... “esto es sum-sum”, podría... “eso es tos seca”... “ahora por 0€”, ummmm... “nunca sabes cuándo puedes necesitar...” “patrocinado por...”


Fue como si despertara. Se dio cuenta de que había perdido el hilo de sus pensamientos, absorbida por la sucesión de imágenes, y el parloteo incesante. ¿Cuánto había durado? Los anuncios... unos diez minutos, pero ya antes, en la entrevista que no recordaba exactamente, se había dejado llevar, perdida en el laberinto de colores y sonidos.


Nunca antes había sido consciente del poder embaucador del televisor. Imaginó su salón desde arriba, como lo vería un ser que mira una casa por primera vez. Ese ser vería una persona sola en una amplia habitación, mirando fijamente –hipnotizada- una caja de luz y ruido, en cambio constante.


Imaginó también en cuántos salones más se estaba repitiendo la misma escena. Sin saber muy bien por qué sintió vergüenza. Apagó la tele y llevo los platos a la cocina. Después fue a la estantería a elegir, entre los títulos que la estaban esperando, aquel que pusiera en marcha su imaginación, su capacidad de crítica, de disfrute, del que pudiera aprender y conservar su voluntad y su mente activa. Tomó el libro en sus manos y empezó a leer.

2 comentarios:

Es secretu dijo...

Interesante reflexión. Si cerráramos la tele algunos días (en especial si hay debate electoral), seguro que seríamos más listos. Aunque, visto desde otro punto de vista, total, los gusanos nos van a comer igual.

y digo yo dijo...

Excelente idea. En cuanto a los gusanos, que esperen.